Se gira en un lugar dando vueltas en el sentido contrario a las agujas del reloj, manteniendo el brazo derecho en alto con la palma de la mano mirando hacia arriba, y el brazo izquierdo hacia abajo con la palma hacia abajo. Gira como lo hacen los niños cuando dan vueltas.
A las personas que les resulte incómodo girar en el sentido contrario a las agujas del reloj, pueden hacerlo en el sentido de las agujas del reloj, cambiando también la posición de los brazos.
Mantén tu cuerpo relajado y los ojos abiertos pero sin enfocarlos en nada, de forma que las imágenes se vean borrosas y en movimiento.
Permanece en silencio. Durante los primeros 15 minutos, gira despacio. Luego, aumenta la velocidad de forma gradual hasta que el giro se apodere de ti y te conviertas en un remolino de energía. La periferia es un torbellino de movimiento, pero el testigo en el centro permanece en calma y en silencio.
Cuando estés girando tan rápido que no puedas mantenerte de pie, tu cuerpo se caerá al suelo. No decidas de antemano cuándo vas a caer ni trates de controlar el aterrizaje. Si tu cuerpo está relajado, aterrizarás suavemente y la tierra absorberá tu energía.
Cuando te hayas caído, quédate ahí. Es en este momento cuando da comienzo la segunda etapa de la meditación.