Entrevista con Garimo Ackermann
Desde sus inicios a principios de los años 70, este organismo – la Multiversity – ha sido único. Garimo, que recientemente visitó España e impartió el primer curso de formación organizado por «Aprender Meditación», ha formado parte de la Multiversity desde sus orígenes y nos habla en esta entrevista de las raíces y el florecimiento del mayor centro de crecimiento personal y transformación del mundo.
«30 Años de la OSHO Multiversity» Entrevista original en inglés publicada en la revista OSHO Times [ed.] texto: Ghanda
A la OSHO Multiversity…
A principios de los años 70, cuando empezaron a llegar los primeros occidentales a Osho en India, esté leyó y se vinculó con todo lo que estaba en boga y resultaba innovador en la psicología y la filosofía occidental, y con el lenguaje que usaban los jóvenes en aquellos días. Los nuevos avances de la psicología humanista estaban prendiendo en todo el mundo occidental como la pólvora. El Instituto Esalen, que ya existía, fue el centro del que surgieron y se desarrollaron todo tipo de centros de crecimiento en América y Europa.
Osho comenzó a trabajar con los occidentales. Empezó por dar tareas a pequeños grupos de personas que, por ejemplo, compartían alojamiento en un edificio de apartamentos. Les invitaba a reunirse al anochecer para hacer una meditación sobre la locura o sobre la ira, o les daba tareas individuales.
En una ocasión, comprobó que yo tenía dificultades para dejarme llevar, y me dio un ejercicio para que lo hiciese todas las noches antes de irme a dormir. Era como volver a mi primera infancia: balbucear como un bebé. Me asignó una «madre» y un «padre» que tenían que venir a acostarme todas las noches, y durante unos minutos tenía que hablar con ellos en el lenguaje de un bebé. De esta manera Osho estaba experimentando con la psicología occidental antes de introducir los grupos de crecimiento.
El proceso de creación fue el mismo que el de las meditaciones. Cuando Osho concibió sus meditaciones, frecuentemente solía tener pequeños grupos de personas practicándolas delante de sus narices, por así decirlo, que le iban facilitando información directa sobre las mismas. Él iba refinándolas hasta encontrar el formato correcto; lo mismo sucedía con la música de las meditaciones. Y pude comprobar como hacía lo mismo con los grupos.
Él no estaba presente en la sala del grupo pero hablaba con los líderes y, al finalizar el trabajo todo el grupo iba a verle. Primero le preguntaba al líder cómo había ido, y a menudo… Esta era una de las cosas bellas y únicas: delante de Osho los líderes del grupo estaban claramente en el mismo barco que los participantes; nunca hubo ninguna duda al respecto. Ellos le informaban de cómo había sido el grupo y sus dificultades para llevarlo adelante. Osho solía hablarles acerca de su papel en el grupo, y se dirigía a ellos como estudiantes, como aprendices, al igual que hacía con el resto de los participantes.